Ópera de Burdeos: Vimos “Azur y Asmar” acompañados con finura y generosidad

¿Qué aporta esta orquesta a una partitura a la que la película impone su tempo? La directora Hannah von Wiehler responde jugando con otros parámetros: volúmenes sonoros —sin robar protagonismo a las imágenes, reservando el punto fuerte para momentos intensos, como el descubrimiento de una clave mágica— o matices interpretativos —haciendo vibrar las cuerdas para evocar una leyenda—.
Dirigiendo sin batuta, meciéndose al ritmo de los ritmos norteafricanos de la partitura, aporta la generosidad y la delicadeza necesarias para fusionar sus influencias europeas y orientales. Y es con un bis de la danza barroca, realzada con percusión árabe, que cierra la película, que termina entre aplausos atronadores.
SudOuest